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Dijo Freud, Sigmund, el padre del psicoanálisis, que «el secreto de la fuerza está en la fuerza de nuestros deseos». Aunque es probable que una frase parecida se la hayamos oído decir a algún cuitado personaje de Disney. Sea una cosa, o la otra, lo cierto es que en Canarias 7 se plantearon ser, en su día, quienes marcaran en el futuro el paso de la información gastronómica en la isla de Gran Canaria. Y ya no hay quien les tosa.
Este lunes, primero de julio, los dos responsables de la sección de gastronomía del diario que dirige Francisco Suárez Álamo, Vanesa Delgado y José Luis Reina, desvelaron el secreto de la fuerza: una guía gastronómica de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Seria y rigurosa. En plan son todos los que están y estarán todos los que sean.
A la presentación, celebrada en las magníficas instalaciones del diario en El Sebadal, acudieron en torno a las doscientas personas. La inmensa mayoría del sector, entre cocineros, jefes de sala, sumilleres, empresarios… en un mostrario de invitados entre los que se encontraban destacados periodistas y comunicadores gastronómicos.
Antes de presentar la Guía, no obstante, Delgado y Reina recordaron cómo se fraguan los sueños. De qué manera la información gastronómica ha ido abriéndose hueco en la redacción de Canarias 7 y de cómo los datos les han ido dando la razón. Cifras con muchos ceros de lectores, visitantes y clics que han disparado la sección como pocas veces se ve. Todo bajo la atenta mirada de los representantes institucionales, que piensan en votos, y los CEO de las marcas, que imaginan rentabilidades.
Y aunque no se libran de la sospecha de que la presentación fuera la excusa para demostrar músculo, digamos que la Guía contiene unos 100 negocios de hostelería, entre bares, tascas, pastelerías y restaurantes. Encuadrados todos ellos en las zonas de Alcaravaneras, Centro, Ciudad Alta, Puerto, Tafira, Triana y Vegueta, «con sus correspondientes fichas, fotos y datos de interés». Una guía viva, para ir añadiendo al que lo merezca, modificando el dato que se precise en aras de la rigurosidad y, todos esperan que no, sacar de ahí a quien se haya dormido en los laureles.
Por cierto que cuentan que la excelencia en la cocina era uno de los campos de placer de Freud. Un ámbito que no cultivó suficientemente, porque, como dice uno de sus editores, con cierta dosis de ironía, «la publicación de las recetas de cocina del Dr. S. Freud habría sido su máximo legado si no se hubiera distraído con sus pacientes, ansiedades y artículos profesionales».